Hiram Kent Mr. Pedro
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| Tema: Viviendo y Muriendo Sin Vergüenza - [Por Scott Armstrong] 6th Abril 2009, 4:01 am | |
| Romanos 1:16-17
Aun recuerdo el servicio. Darrell Scott, el padre de Raquel Scott, estaba hablando acerca de su hija. Raquel fue la primera en ser asesinada en la Escuela de Educación Media de Columbine, Colorado, la mañana del 20 de abril de 1999. Dos jóvenes armados le preguntaron si creía en Dios y ella respondió que sí mientras miraba fijamente la pistola. Al instante siguiente ya había muerto.
La historia de la muerte de Raquel era conmovedora. Sin embargo, lo que estremeció a la multitud de adolescentes y adultos que asistieron al servicio no fueron los detalles de su muerte. Estaban asombrados por su vida. Darrell nos contó del tiempo que ella dedicaba a sus devocionales. Nos dijo que ella oraba casi cada día para que Dios la usara en su escuela y comunidad. Ella se acercaba a los chicos poco populares de la escuela, e incluso se acercó y oró por uno de sus asesinos semanas antes de su muerte. La manera en que murió fue conmovedora, pero la manera en que vivió fue realmente inspiradora para nosotros.
En las semanas que siguieron al testimonio de Darell Scott acerca de su hija adolescente, muchos pasajes vinieron a mi mente. Uno de ellos lo leímos justo ahora. La primera parte hace eco en mi mente, pues no me avergüenzo del evangelio. ¿Por qué vivir sin vergüenza es tan importante? ¡Porque una vida sin vergüenza del evangelio es tan poderosa que realmente puede convencer a otros de creer en Cristo y ser salvos! El verso 16 nos lo dice y la vida de Raquel Scott prueba que es verdad. ¡El evangelio que trabajó en su vida fue (y aún es) suficientemente poderoso para cambiar las vidas de otros!
Porque no me avergüenzo del evangelio. ¿Puedes honestamente decir eso desde el fondo de tu corazón? ¿Cómo actúas en tu escuela, en tu casa, con tu familia y amigos e incluso con tus enemigos? ¿Estás viviendo sin vergüenza? ¿Es el poder del evangelio evidente en tu vida? En los siguientes minutos, renueva tu compromiso con Dios orando y buscando su rostro. Sin importar lo que haya sucedido en el pasado, dile que quieres vivir tu vida para él, sin avergonzarte del evangelio. Agradécele que Él haya dado su vida por ti. | |
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